Carta a Dianita
- Q.F.Salvaje
- 15 mar 2016
- 1 Min. de lectura

Último lunes de enero.
Dianita,
Hoy no me paré de la cama. No por flojo, quisiera ser flojo. Desperté en una casa que no es la mía. Dónde, no importa, no entiendo esa manía de ponerle nombre a todo. Desperté, eso ya es algo. Cuántas copas bebí ayer, no sé, una tras otra desde las diez de la mañana de ayer hasta las tres de la mañana de hoy. En momentos como este me pregunto si en verdad la memoria es algo fundamental porque no recuerdo mucho. Hoy tenía que ir a trabajar Dianita, ¿entiendes eso? ¿Entiendes lo complicado que es todo? El cotidiano se me vuelve una odisea, ¿cómo lo hacen? Dime, cómo no se fatigan, yo apenas puedo respirar de abrir los ojos. Atrás de la ventana no hay nada. Este es un mundo condenado, sin poesía. Habría que destruirlo todo, todo, todo. Mississippi uno Mississippi dos, Mississippi tres, cuatro, cinco, seis. No sé hacia dónde mirar, Dianita, aconséjame. Cómo hago para levantarme, firme, con los dos pies sobre la tierra y andar sin preguntarme nada, cómo Dianita, cómo.



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